lunes, 22 de febrero de 2010

2, 3 y 1



Trataba de poner atención a mi clase de Matemáticas, cuando de la nada tuve un pensamiento de lo más extraño: "El 2 le dijo al 3, que sin el 1 no eran nada"

Primeramente me pareció un absurdo juego de palabras, provocado por el revoltijo de ecuaciones que había en mi mente... pero conforme fueron pasando las horas, fue tomando más sentido, hasta perderlo de nuevo, de tanto que lo pensé.

De repente, convertí al 1 en un Dios y a 2 y 3, en sus simples siervos... en verdad, ¿algo cambiaría si el concepto de un Dios, fuera diferente a la del todopoderoso, creador tanto del Cielo como de la Tierra?, ¿o si ni siquiera existiera?, y ¿qué sería de todos nosotros, simples humanos regidos por Él-cada quien a nuestro modo, claro-sin personas que lo escucharan una sola vez en su vida?

Quizá todo sería más caótico, con más gente matando y robando a diestra y siniestra, sin siquiera tener de lo que es correcto; o quizá, todo sería una gran Utopia, donde ya no existieran diferencias morales.

Era esta, la primera vez que pensaba en Dios de tal manera.

Lo dejo a su criterio.

martes, 16 de febrero de 2010

Metrópolis.

Hoy me dio por experimentar durante las clases: Corte papelitos con las palabras que me llegaban a la mente y, al sacar una palabra, crear una estrofa y con eso, un poema.

Aquí está el extraño y, creo yo, divertido resultado:





Aquellos rayos,
cuales estrellas terrestres,
cortaban con sus puntas delicadas,
las densas noches,
ya amargas.

Y mi luna, minúscula,
opaca y plateada, aún hermosa…
parecía hacer juego
con mis titanes de concreto,
titilantes, bailaban…
como estuche colmado de perlas,
todas iguales,
todas parejas.

En mi taza blanca,
un liquido negro,
muerto y me mataba…
¿café o petróleo?
Humeante sube, y muere
en mi techo,
¿o vuela libre, escapando de la
Metrópolis?

¡Como quisiera pegarme a él!
Ya sea para morir,
o ya sea para condenarme
a la Libertad.

Ilumina mis ojos,
llega a mi alma, ¡sácala!
convierte a este cuerpo
en un cascaron sin brillo.

Muéstrale lo que, cegada,
construyo con sus propias manos,
que se arrepienta de haberlo deseado,
y se pida clemencia a si misma.

¡Que vea la Metrópolis y reflexione!
¿Esto es lo que quería?
¿Soldaditos de plomo,
bailando al compás de un
cruel dictador?





Alejandra García

lunes, 8 de febrero de 2010

07/01/10

Transcribo parte de la entrada de mi diario del día 7:

Me comprendes muy bien…

Sabes lo que es tener que aferrarte a aquel juguete para tratar de recordar algo de “lo que fui” y aún así, ver que esos pasajes desaparecieron; ¿por qué reclamas por mi “inmadurez”?

Conoces la sensación extraña que se forma en tu garganta, cuando aprietas fuertemente tus párpados, todo para no sentir tus cálidas fuerzas escapar por tus ojos… ¿por qué no me consuelas cuando las ves?

Sabes muy bien como se siente cuando una sonrisa tímida… triste, se forma en tu rostro mientras suspiras contemplando el rostro de él, e imaginas como tuya tan radiante sonrisa.

Alguna vez despertaste sintiéndote ajena a todo… como si el reflejo que te devolvía el espejo no era más que un monstruo ojeroso, que comenzó a devorar tu vida sin que tú te dieras cuenta, y ya era demasiado tarde: actuabas fuera de ti… y no sabias porque, sólo sabias que no podías lo podías evitar.

Recuerdo que alguna vez me sentaste en tus piernas y me diste una lección de vida: Caerme, estaba permitido, pero levantarse, era una obligación y que un error, era sólo eso, un error… ahora me pregunto si en verdad crees todo eso, y si es así, porque no lo aplicas.

Pero no, no eres yo, ni siquiera te acercas a serlo… lo sé… pero me comprendes bien.

Irremediablemente, es para ella.